Después de un año de ausencia vuelvo a pisar suelo mexicano, y esa ilusión de volver a ver a todos lleva inevitablemente al gran problema de la comunicación.
Llego a mi casa decidida a marcar desde mi teléfono fijo. ¡Oh sorpresa!, al parecer el cable fue comido por un animal indeseable… No tengo internet, ni teléfono fijo y la línea de mi celular fue desactivada tras más de tres meses de inactividad. En fin. Me prometo al día siguiente arreglar mi triste situación de inconexión al mundo. Todavía no tenía idea en lo que me había embarcado y en lo difícil que sería salir de este escenario, que parecía, sin embargo, no presentar complicación alguna.
Me dirijo a las oficinas de Telmex para contratar un servicio de internet, opto por un paquete (conectes) por 380 pesos al mes, que incluye 100 minutos a celular y otros 100 a llamadas locales, así como un servicio de internet de hasta 3 Mbps. Nótese el HASTA que tiene su importancia. Al preguntar por su significado, me sacaron el rollo de la carretera. ¿No lo conocen? Pues al parecer nuestro querido internet Telmex es como una carretera, cuando hay muchos cochecitos, pues va más lento, ¿lógico no?, así que aguas con sacar el coche cuando haya mucho tráfico, que puedes tardar horas para visionar un simple video. ¡Ah!, y cuidado también, porque dependiendo de la zona en que te encuentres, pues la carretera se hace más estrecha y ahí sí que de plano, mejor ir caminando. Resulta intrigante ver la lentitud del internet en nuestro país y lo caro que es. En Francia, se pueden contratar planes por 20 euros al mes (360 pesos) para beneficiarse con un internet de 200 Mbps, 25 canales de televisión y llamadas ilimitadas en Francia (fijo y celular), así como al extranjero. Aquí lo máximo que puede uno llegar a tener son 10 Mbps (o 20 si en tu zona ya existe la maravillosa fibra óptica) y por el que tienes que desembolsar mil pesos al mes.
En las oficinas también me proponen un aparato que presentan como inmensamente nuevo e innovador: El Clarovideo, que por 69 pesos adicionales al mes, permite ver películas escogidas de un cierto catálogo. Me dejo seducir por la oferta del mes gratis, después del cual, si el servicio no es de mi agrado, puedo tranquilamente cancelar sin costo alguno. Así que regreso a mi casa con mi nuevo y feliz aparato Clarovideo en mano, pero sin internet —por lo que había ido—. El internet prometen instalármelo dentro de los próximos ocho días hábiles —una eternidad si quieren mi humilde opinión—, pero eso sí, el Clarovideo, ¡ya está listo inmediatamente!
Sigo desesperadamente incomunicada, por lo que decido ir a comprar una tarjeta Sim, para mi terrible desagrado: Apenas acababa de aprenderme mi antiguo número… Decido ponerle una tarjeta de 100 pesos tiempo aire. En eso, de reojo, atraída por las inmensas pancartas con colores chillones de Telcel, veo que proponen paquetes al mes, válidos con tarjetas amigo, que activas marcando un número. No sé qué paquete es mejor, si el “por minuto”, “por segundo”, “por mensajes”, “por número”, “con más o menos internet”. En fin, decido activar el Paquete 100 que, según los decires de los que me atendieron, es válido un mes, con cualquier equipo (sí, hasta con Blackberry, tengo su absoluta confirmación) e incluye 80 mensajes, 80 minutos y 80 MB. Pero para mi sorpresa, al recibir el mensaje de confirmación de mi transacción, aparece que mi paquete es sólo válido por dos semanas. Regreso a las oficinas Telcel a reclamar por el error. La señorita no entiende qué pasa, va de un lado al otro, habla con sus superiores, colegas. Yo espero. Y espero. Finalmente, se acerca a mí y me comunica que hubo una equivocación: el Paquete 100 sólo es válido dos semanas, es el Paquete 200 que es válido un mes. Respiro profundamente y decido mínimo aprovechar los 80 MB recién adquiridos para mandar whatsapps. Sorpresa, mi paquete conectes irónicamente no me permite conectarme a internet. Regreso a las tiendas Telcel. Me había quedado cerca. Ya saben, por si acaso… Me topo a un muro de silencio e incomprensión. Intercambian miradas, nadie puede darme una explicación y para deshacerse de mí evocan la hipótesis de un problema interno en mi celular: Un Blackberry. Vuelvo a ver los anuncios, que unas horas antes se veían tan prometedores y me fijo en algo en lo cual no había prestado atención; al lado de cada palabra sensacionalista como: Gratis, segundo, 0.98 pesos, internet hay un pequeño número, que corresponde a las muy temibles “aplican restricciones”. Pego mi cara al anuncio para intentar descifrar las letritas chiquitas que se amontonan y entre esa masa de información aparece que “los paquetes no son válidos para equipos Blackberry”[…]
Bueno, ya les quito el suspenso, logré contactar a mis amigos, pero parece que el tiempo para Telcel funciona de diferente manera según la situación. Es muy rápido cuando uno llama por teléfono, pero se vuelve considerablemente más lento cuando uno está esperando que la señorita de Telcel se digne a atendernos. En una semana, mi paquete se había agotado. Volví a comprar una tarjeta, pero esta vez, para optimizar el tiempo y el dinero, decidí meter la opción de los tres números gratis. Sin embargo, para mi gran sorpresa, ya tenía números registrados. Al demandar explicaciones sobre ese extraño suceso, me responden de lo más normal del mundo que esos números pertenecían seguramente a la persona que tenía la línea antes que yo. Al ser dada de baja, el historial de mis números gratis, desgraciadamente, no se puso en ceros. Para cambiar los números telefónicos registrados me exigen 50 pesos por número.
Tras el coraje, decido relajarme viendo una película con mi recién adquirido Clarovideo y me encuentro ante una selección que es de lo más pobre y vieja. Pero bueno, hay una película que se me antoja y que no he visto. Pongo 21 gramos y realmente la disfruté, por lo que mi día mejoró sustancialmente a pesar de la mala calidad de la imagen y de trabarse de vez en cuando, debido a la baja velocidad de internet. Ah sí, porque se me olvidó contarles ese pequeño y positivo detalle, para que no crean que todo en Telmex es deficiente. Telmex es capaz también de actos de bondad impresionantes; al venir a instalarme el internet me comunicaron que los dos primeros meses no tendría derecho a 3 ¡sino a 20 Mbps!
No quiero imaginarme cómo se verían las películas de Clarovideo, en el caso de contratarlo, a partir del tercer mes con mi internet de 3 Mbps. Me siento muy inteligente por haber puesto en evidencia esa estrategia comercial, por lo que rápidamente desconecto mi Clarovideo y me dirijo a las oficinas Telmex con las claras intenciones de regresarlo. Y así, salió Clarovideo de mi vida tan rápido como entro —y por la puerta de atrás—. Pero sigo pensando en mi celular. Me digo que eso de las tarjetitas amigo, por muy amigables que sean, no me están funcionando en lo absoluto. Me pongo a buscar un plan hecho y derecho. El más barato es de 216 pesos e incluye únicamente minutos y 200 MB. Una vez más, no puedo evitar comparar con los planes de celular en Francia, uno de cuatro euros (72 pesos) ofrece 100MB, mensajes ilimitados y dos horas de llamadas. Una nueva verificación a los planes franceses me dieron la oportunidad de envidiarlos un poco más. Ahora, por el mismo precio, tienen 200MB que si llegan a ser rebasados no significan costo extra, sino sólo una reducción de la velocidad del internet.
Recibo una llamada. Es Movistar. Se da a la tarea de proponerme planes, a lo que respondo cordialmente, pero firmemente, que no estoy interesada. Llevo tres días recibiendo sus llamadas a las 8 de la mañana.
Creo que eso de la telefonía no es lo mío. La próxima vez que quieran contactarme mándenme una paloma mensajera. Porfa.