¿Una nueva generación de flores que huelen poco? Este podría ser el diagnóstico tras los resultados que arroja una investigación de Farré-Armengol, G., Peñuelas, J., Li, T., Yli-Pirilä, científicos de la Universidad de Finlandia y de la de Barcelona. Los llamados compuestos orgánicos volátiles (COV) producidos por las flores, y que nosotros por mera casualidad llegamos a oler, no están dirigidos a nuestro olfato, sino al de los insectos polinizadores, que son atraídos por el dulce néctar a grandes distancias. Sin embargo, los investigadores encontraron que la exposición al ozono, un contaminante atmosférico común, hace que los COV florales se degraden. Así, si las concentraciones de ozono aumentan, menores serán las concentraciones de olores florales y por tanto menores serán las distancias en que se dispersen. Por otro lado, el ozono, al interaccionar con la flor, crea nuevos COV que confunden a los insectos polinizadores y no les permiten reconocer la flor. Esta contaminación podría tener un fuerte impacto en la ecología y en la economía pues la productividad de la agricultura depende de las interacciones entre las flores y los insectos.
Fuente: Farré-Armengol, G., Peñuelas, J., Li, T., Yli-Pirilä, P., Filella, I., Llusia, J. and Blande, J. D. (2015), Ozone degrades floral scent and reducespollinator attraction to flowers. New Phytologist. doi: 10.1111/nph.13620
Crédito Foto: Abejorro cubierto de polen por Orangeaurochs
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