Las plantas viven, se alimentan, se reproducen, respiran y sin embargo, nosotros seguimos viéndolas como seres completamente pasivos. Esta errónea concepción, resultado de su inmovilidad forzada y su supuesta incomunicación, nos ha impedido entender realmente lo que sucede entre ellas, en las raíces que se extienden bajo nuestros pies, donde una infinidad de redes se conectan e interconectan, intercambian información y viven. Bajo tierra se esconde un mundo intensamente comunicado del que nosotros apenas empezamos a ser conscientes. Un hormiguero de vida, murmullos ahogados, susurros intercambiados, suspiros que se extinguen.