Ante nuestros ojos se extiende un inmenso y árido paisaje donde lo único que parece estar en movimiento son las dunas que se forman, se deforman, se desplazan y ganan velocidad para luego desaparecer abruptamente bajo el capricho de los vientos. Las zonas áridas con su infinidad de rocas y arena acumulada bajo un sol que cae a plomo, son un ecosistema aparentemente limitante de la vida ¿Tierra de nadie? No, tierra de cactáceas que han logrado sobrevivir gracias a finas adaptaciones; pero con el ser humano no hay adaptación que las salve de la extinción.
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