¿Un buen truco de magia?, ¿una solución futurista y utópica para limpiar nuestra tóxica atmósfera? No, una hazaña convertida en realidad por un equipo internacional de científicos provenientes de los cuatro puntos cardinales: la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, la Universidad de Islandia, la de Londres y la de Australia.
La idea de capturar dióxido de carbono (CO2) y enviarlo al inframundo no es nueva pero los proyectos para lograrlo se han topado con el muro inquebrantable del costo excesivo de 50 a 100 dólares por una sola tonelada de CO2 y el temor de que este escurridizo gas logre escaparse de su prisión de arena. No obstante, este nuevo proyecto conocido como Carb Fixy que vio la luz en el 2006, propone una técnica innovadora que no se limita a enterrar el CO2 sino que lo convierte en roca, con la inmensa ventaja de poder decir adiós para siempre a las fugas.
Para lograr su cometido este equipo inyectó 220 toneladas de CO2 en capas subterráneas de basalto situadas entre 400 y 800 metros de profundidad, a 25 km al este de Reikiavik, en Islandia. El basalto es una roca volcánica que recubre las profundidades de los océanos y también algunas zonas continentales como la región que ocupa Islandia. La elección de la roca no es mera casualidad sino que responde a necesidades muy particulares. Y es que contrariamente a la inercia de la arena, que por no poseer ni calcio ni magnesio ni hierro no reacciona con el CO2, el basalto contiene metales que sí interactúan con él y logran lo impensable: que el CO2 pase del estado gaseoso al sólido, se mineralice. Quizás pensarán que esto llega a suceder pero en un millón de años. Pues lo mismo pensaron los investigadores, así que tras la inyección de CO2 y la adición de agua para iniciar la reacción de mineralización, se retiraron muy tranquilos convencidos de que los resultados no se verían hasta dentro de una decena de años. Pero cuál no fue su sorpresa al observar que tan sólo año y medio después el 95% del CO2 se había convertido en roca.
Este descubrimiento constituye un enorme avance en el campo de la captura de carbono, pero el camino no deja de estar lleno de dificultades. CarbFix se enfrenta al eterno problema financiero: las industrias no están dispuestas a invertir a menos que haya incentivos para hacerlo. Uno de ellos podría ser ponerle un precio a las emisiones de carbono. Así, a menos de que los tomadores de decisiones no tomen medidas restrictivas para proteger el medio ambiente, Carb Fix se quedará en poco más que una loca idea porque en el mundo en el que vivimos todo lo que no es negocio no es opción.
Fuente: http://science.sciencemag.org/content/352/6291/1312.full
Imagen: CO2 inyectado en un pozo profundo de Islandia que dio lugar a una sorprendentemente rápida transformación química.
http://www.sciencemag.org/sites/default/files/styles/article_main_medium/public/images/60610W_Carbon.jpg?itok=5P_4G5Pm×tamp=1465581807