Palomas que distinguen entre palabras falsas y verdaderas

La escritura siempre ha sido vista como un misterio para los especialistas del cerebro. Y es que a través de técnicas de neuroimagen, se puede ver que cuando leemos –y no cuando escuchamos– se activa un área precisa del cerebro que por obvias razones denominaron área de la lectura. Todo el misterio está en entender cómo evolucionó esta región del cerebro hasta especializarse exclusivamente en la lectura. Si tomamos en cuenta que la escritura se inventó hace s escasos 5,400 años y que hasta hace no mucho sólo una ínfima parte de la población sabía leer, es imposible que el cerebro humano haya sufrido presiones evolutivas tan rápido como para que se creara una zona específica para ello.
La teoría más probable es la de un reciclaje cerebral, es decir que la zona del cerebro que ahora se dedica a la lectura, servía para otras actividades y que al no ser muy requerida, con la aparición de la escritura se especializó en su lectura. Tal teoría se refuerza con el hecho de que esta región está conectada con el sistema de reconocimiento de objetos y caras en los primates, y que por extensión permite descifrar las palabras.
La cuestión era saber si en otros animales con cerebros distintos a los de los primates, hay regiones cerebrales que pudieran dedicarse a asociar las letras que forman una palabra y distinguir las verdaderas palabras de las que no lo son. Un equipo de investigadores neozelandeses y alemanes de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda y la Universidad de Ruhr-Bochum, en Alemania, acaba de aportar la respuesta.
Durante ocho meses, los investigadores pusieron un grupo de palomas en un ambiente un poco especial: cada día las palomas miraban fijamente una pantalla en la que desfilaban asociaciones de letras seguidas de una estrella. Si las letras formaban una verdadera palabra en inglés, las tocaban con su pico y esto les daba acceso a un recipiente con semillas. Al contrario, si las letras no formaban una palabra debían tocar la estrella para obtener su recompensa.
Tras la ardua sesión de aprendizaje de cuál era una verdadera palabra  y cuál no, las mejores alumnas palomas,  las que podían reconocer 14 palabras, tenían derecho a pasar la prueba final. Frente a la pantalla ya no desfilaban las 14 palabras que conocían, sino nuevas asociaciones de letras que nunca habían visto. Para gran sorpresa de los investigadores, las palomas  lograron, en la mayoría de los casos, distinguir los grupos de letras que representaban palabras de los que no tenían significado alguno.
Así, aparentemente, los pájaros tienen cerebros capaces de entender  cuándo un grupo de letras forma una palabra en inglés, aunque siguieron un camino evolutivo diferente al de los primates desde hace 300 millones de años. Esto no significa sin embargo, que entiendan el significado de las palabras, simplemente lograron identificar el  patrón de distribución de las letras cuando éstas forman verdaderas palabras.
Las palomas podrían ser menos tontas de lo que creemos y nos demuestran de paso que la capacidad de extraer este tipo de información no es sólo inherente a los primates. Según los autores del estudio, las palomas podrían servir de modelo animal para entender los orígenes del aprendizaje de las palabras en los humanos.
@andreabizberg

Fuente: http://www.pnas.org/content/early/2016/09/13/1607870113.abstract

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