La inteligencia es un tema que resurge continuamente en nuestra sociedad. Nadie sabe a ciencia cierta qué es, cómo se mide o cómo se compara, pero todo mundo habla de ella(s). Lógicamente esta inquietud también se ha extendido al mundo animal, y ponemos a prueba a muchos animales para tratar de cuantificar su inteligencia.
Los investigadores han definido la inteligencia animal como la capacidad de adaptarse intelectualmente a situaciones inesperadas. En pocas palabras: inteligencia rima con flexibilidad mental –podríamos pensar que la definición también funciona para los animales humanos–.
Para abordar este tema, investigadores de la Universidad Queen Mary en Londres, decidieron formar un equipo de futbol atípico… de abejorros. El objetivo fue determinar si son capaces de utilizar objetos para resolver problemas a los que jamás se enfrentarían en su vida diaria. Así, los insectos fueron entrenados para que desplazaran una canica amarilla sobre una plataforma y metieran gol, o sea que lograran colocarla dentro de un hoyo situado en el centro. ¡Gol para nosotros, néctar para ellos!
En un primer tiempo si los insectos durante los cinco primeros minutos cruzazuleaban–o sea no metían gol–, su entrenador humano llegaba a su rescate y les enseñaba con un abejorro de plástico pegado a un palo transparente, cómo triunfar en la vida y meter goles –y no que te los metan-. El tiempo pasó y vaya que aprendieron, se volvieron unos campeones. Los llamaremos el equipo ganador –sin dar nombres, no queremos despertar pasiones–.
Cabe recalcar que el objetivo de los investigadores no era sólo crear liguillas de abejorros sino también conocer sus capacidades de aprendizaje social. Es decir, ¿puede un abejorro futbolero transmitirle su «pasión» a otro? Para ello idearon todo un campo de acción: colocaron tres canicas sobre la plataforma a distancias variables del hoyo central e invitaron a tres equipos de abejorros. Ojo, podría parecer un interesante juego futbolístico, sin embargo lamentablemente se volvió un partido vendido –cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia–, pues los tres equipos de abejorros no tienen las mismas capacidades para ganar.
El primer equipo fue entrenado nada más y nada menos que por el equipo ganador. Estos exitosos abejorros enseñaron a sus camaradas cómo tenían que desplazar la canica que se encontraba lo más alejada del hoyo para meter gol. El segundo grupo también tuvo derecho a una demostración pero más chafita, el entrenador era un triste palo con imán que atrapaba esa misma canica –la más alejada del hoyo– y la desplazaba al hoyo. Finalmente, el tercer grupo no tuvo derecho a demostración alguna – clara desventaja en mi opinión, ya ni dan ganas de jugar–. Cuando los abejorros llegaron a la escena de juego, la canica ya estaba en el hoyo y el néctar disponible para deleitarlos. ¿Qué había pasado ahí? Los abejorros lo ignoraban.
Y fue justo esta ignorancia, ése «no saber qué había pasado ahí» que los llevó al fracaso. Mientras el primer grupo– entrenado por el equipo ganador– fue el más rápido y ágil, el tercer equipo tuvo un desempeño muy pobre, no logró meter goles puesto que no había recibido ningún aprendizaje. En segundo lugar, venía el segundo grupo, pero con resultados significativamente inferiores al primer grupo.
Éste es un claro ejemplo de cómo las trampas siempre funcionan, pero sobre todo de las enormes capacidades de aprendizaje social que poseen los abejorros.
Más impresionante aún es que este aprendizaje no es una burda imitación de algo enseñado por el mentor. Se asemeja más a un conocimiento que ellos adaptan para optimizar su comportamiento. ¿Recuerdan que en el campo de juego había tres canicas a diferentes distancias? Pues los abejorros aprendices optaron por agarrar la canica más cercana al hoyo en vez de la más lejana, como les habían enseñado sus entrenadores. Buzos caperuzos estos abejorros.
Una pequeña demostración de cómo los abejorros juegan fútbol: https://www.youtube.com/watch?time_continue=11&v=0kfWcsWOmdY
Fuente: http://science.sciencemag.org/content/355/6327/833/tab-figures-data
Imagen: Los abejorros fueron separados en tres grupos. En el primero -dibujo a la izquierda- los abejorros fueron entrenados por otros abejorros. En el segundo, -centro- el entrenamiento se llevó a cabo gracias a un palo con magneto. En el tercero -derecha- no se llevó a cabo ningún entrenamiento.
Se aprecian en amarillo las canicas a distancia variable del hoyo, representado en el esquema por un círculo amarillo. Cuando la canica es puesta sobre el hoyo, aparece el néctarrepresentado por un círculo blanco más chico -tercera imagen-.